Hay que echar a Ayuso
Sánchez no olvida, y no puede olvidar, y hasta seguro que sueña en voz alta con las mayorías absolutas de Ayuso. Y no es que esas mayorías le importen demasiado -más allá de que le impidan colocar a más amiguetes- ni que tenga un maravilloso proyecto para Madrid y para los madrileños; lo que le importa a Sánchez es que Ayuso le humille a base de votos y con algo de chulería, de la que él se gasta, le cante verdad tras verdad y además, no le tenga miedo.
Visto lo visto, vista la inquina de Sánchez hacia Ayuso y vistos los intentos constantes de Sánchez de castigar a Ayuso pateando el culo de los madrileños, la única salida para que la Autonomía que alberga -no se sabe hasta cuándo- la capital de España, prospere, y obtenga los privilegios, por ejemplo, que tiene Cataluña, es echar a Ayuso y hay que hacerlo cuanto antes.
En palabras proféticas, es necesario que un hombre muera para que se salve todo el pueblo. O lo que es lo mismo, es necesario quitar de en medio a Ayuso para que Madrid se salve.
Porque no hay que engañarse, los odios de Sánchez son inmarcesibles o sea que no se marchitan. Son odios imperecederos, eternos, perennes, perpetuos, odios de una sola pieza y si alguien lo duda que se lo pregunten, si es que pueden contestar, a los que Sánchez de entre sus ex amigos, ex colaboradores, ex compinches o lo que fueran, ha ido dejando, en las cunetas -esas que tanto le preocupan cuando se pone a hacer memoria- sin que se le haya cambiado el rictus.
Sánchez no olvida, y no puede olvidar, y hasta seguro que sueña en voz alta con las mayorías absolutas de Ayuso. Y no es que esas mayorías le importen demasiado -más allá de que le impidan colocar a más amiguetes- ni que tenga un maravilloso proyecto para Madrid y para los madrileños; lo que le importa a Sánchez es que Ayuso le humille a base de votos y con algo de chulería, de la que él se gasta, le cante verdad tras verdad y además, no le tenga miedo.
Hay que echar a Ayuso para evitar los intentos de deslocalizar empresas.
Hay que echar a Ayuso para impedir nuevos impuestos.
Hay que echar a Ayuso para que los padres no puedan escoger el tipo de enseñanza que quieren para sus hijos.
Hay que echar a Ayuso para que los madrileños dejen de ser insolidarios, chulos y soberbios.
Hay que echar a Ayuso para que los madrileños no sean raros (que diría Díaz).
Hay que echar a Ayuso para que los madrileños dejen de robar a Cataluña.
Hay que echar a Ayuso para que Madrid consiga los 717 millones que se lleva Cataluña, en vez de los 73 que tiene asignados en la actualidad.
Hay que echar a Ayuso, para que no se vayan de Madrid a otras ciudades, por aquello de descentralizar, el Museo de El Prado, ni el Aeropuerto de Barajas, ni La Cibeles, ni la Gran Vía.
Hay que echar a Ayuso para que se solucione el problema de las cercanías aunque haya que llamar “rodalies” a esos trenes.
Hay que echar a Ayuso para que se dote suficientemente a la policía municipal.
Hay que echar a Ayuso para que se pueda controlar y racionar el agua y la electricidad que consumen los madrileños.
Hay que echar a Ayuso, para que Lobato, gran madrileño y estadista preclaro gobierne en la Puerta del Sol y pueda decir aquello de “No tiene sentido llevar a Begoña Gómez a la comisión de investigación del Senado”, porque, al parecer, lo que sí tiene sentido es llevar a Ayuso a la comisión de investigación del Congreso a ver si de allí, sale investido Lobato.
Si Hacienda tiene que pagar al novio de Ayuso, pues se le paga, pero hay que echar a Ayuso.
Hay que echar a Ayuso, sobre todo, para que desaparezcan de Madrid los mercados de fruta, que tan incómodos resultan en algunos ámbitos.
Y si hay que poner un puesto de fruta en La Moncloa, pues se pone, pero hay que echar a Ayuso.
Es urgente. Por su bien, por su futuro y por el porvenir de sus hijos, los madrileños tienen que echar a Ayuso.
La carcajada: Preguntan a Calviño por su comparecencia en el Senado para responder a los senadores, sobre el caso Koldo y Calviño contesta: “No sé de qué me está hablando”.